A CASTILLA ( A mi pueblo, Cobos de Cerrato ) La Creación saluda retozona la llegada del astro caminante, que ilumina del mundo la amplia zona y calienta sin cesar. ¡Adelante! Mostrad las rubias ondas de tu pelo, Ocultas tras el próximo horizonte, e iluminad con implacable celo las áridas laderas de este monte. Sobre aquéllas se muestran, indolentes, las míseras casuchas de la villa habitadas por las humildes gentes de este rincón agreste de Castilla. Un río caudaloso fertiliza los verdes prados y la vega opima, y la rueda de un molino utiliza su fuerte salto para moler la harina. ¡Yo nací en estos campos castellanos, seno feliz de tradiciones rancias! Lejos de vos, comprendo los arcanos Que encierran tus costumbres y tus danzas. Arrancado de ti en edad temprana, vagando por el mundo, trashumante, he aprendido, ¡mi tierra castellana! en estos años el placer de amarte. En el recuerdo contemplo tus prados, ahitos de frescura y de verdor, y veo como surcan los arados la tierra imbele al feliz labrador. Acullá, segadores diligentes, tostados por el sol canicular, a las mieses inclinados, reverentes, las doradas espigas a cortar. ¡Oh campos de mi tierra! Cuando siento latir en mis entrañas el recuerdo de la extinguida infancia con acento plañidero y lastimoso acuerdo cantar en vuestro honor mil alabanzas. Añoro los nocturnos estivales cantando el feliz grillo entre la mies, y las crudas jornadas invernales cayendo mansa nieve de través. Todo es paz, armonía, bienandanza, sin mezcla de rencores ni pasiones; el alma se confía a la esperanza, al tiempo que se escuchan oraciones. Emulando al poeta salmantino que con brioso orgullo te cantara, mis versos esculpiéranse en platino si el Parnaso su numen me prestara. Pero ¡ay! que mi lengua torpe y ruda, incapaz de cantar tanta grandeza, admirada se calla, queda muda, mis sentidos no ven tanta belleza. Tierra fecunda y austera, madre de héroes y de santos, como la monja viajera; de mártires otros tantos. La gente noble y sencilla y aunque ningún mar la baña en el centro de Castilla está el corazón de España. Autor: Alejandrino Martínez |
ESTAMPA DE OTRO TIEMPO El labrador diligente se levanta con la aurora; prepara ufano la yunta y cuando el alba despunta a sus tierras se encamina cantando alegremente. Mugen los bueyes, cruje el arado, y en los mil surcos de la besana fecundamente se entierra el grano. La ruda tarea fina y cuando Febo se oculta el labrador con la yunta deja la besana opima. Regresa alegre a su casa cruzando estrechas veredas; a lo lejos, humaredas divisa con esperanza. La yunta tardía avanza con su caminar pausado, mientras el cielo nublado fuerte aguacero amenaza. Ya las sombras de la noche cubren con su oscuro manto las desiguales vertientes por las que el agua a torrentes se desliza con espanto. Sin embargo, el buen labriego camina alegre y contento: está seguro el sustento con el abundante riego. Con la aijada del arado hostiga a los bueyes lerdos al par que en sus labios ledos franca sonrisa ha asomado. Autor: Alejandrino Martínez |
S O N E T O ( Estampa de otro tiempo ) En la parda meseta castellana donde apenas un roble se divisa, el labriego, cual si fuera una misa, celebra al Hacedor cada mañana. Las especies son granos de simiente ofrecidos en sencillo holocausto; y ni él mismo se apercibe del fausto homenaje que a la tierra caliente, con sus manos callosas, pero honradas, conduciendo a los bueyes realiza, enterrando los granos en aradas. Y si acaso el tempero obstaculiza las labores que tiene preparadas, con el mismo tempero rivaliza. Autor: Alejandrino Martínez |
A CASTILLA Eres Castilla de linaje ibero, fiel exponente de una raza altiva, yunque de moros y de fe cautiva, patria del Cid, insigne caballero, madre de América y del mundo entero; dueña del orbe, que mantiene viva fúlgida llama, porque tú eres diva, reina y señora de especial esmero. Soy castellano, de ascendencia hidalga, hijo de aquéllos que morir supieron llenos de fe por la unidad de España; nieto de grandes, de caballo y galga, bravos soldados que en la lucha dieron muestra sobrada de su recia entraña. Autor: Alejandrino Martínez |
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